¿Por qué un libro de filosofía y no una novela?
Buscando novedades en el Fnac me di de bruces con la imagen de esta portada, Leonardo Da Vinci. Me detuve a echar un vistazo. Mi sorpresa fue encontrarme con dos autores cuyas obras anteriores ya había explorado. ¿Qué se pueden decir de estas dos personas? ¿cómo no? Un diálogo entre ellos.
Buscando novedades en el Fnac me di de bruces con la imagen de esta portada, Leonardo Da Vinci. Me detuve a echar un vistazo. Mi sorpresa fue encontrarme con dos autores cuyas obras anteriores ya había explorado. ¿Qué se pueden decir de estas dos personas? ¿cómo no? Un diálogo entre ellos.
Lou Marinoff filósofo, escritor y practicante filosófico ha escrito libros de gran éxito y ventas en todo el mundo. Nacido en Canadá rodeado de naturaleza, de grandes referentes en su vida y una incansable búsqueda de lo profundo y de lo mejor que hay en el ser, nos muestra en su bibliografía las grandes fortalezas del ser humado, como puede leerse “En más Platón y menos Profac”, en “El ABC de la felicidad” y muchas decenas y cientos de conferencias, ensayos, publicaciones, etc.
Daisaku Ikeda, nacido en Tokio, Japón. Es presidente de la Soka Gakkai Internacional, una organización budista laica con miles de afiliados en todo el mundo. Ha escrito sobre budismo, humanismo y ética global y ofrecido cuantiosas conferencias sobre estos temas. Se han publicado numerosos diálogos entre los que se incluyen el de Mijaíl Gorbachov, Arnold J. Toynbee, etc. Además de ser un gran poeta, sencillo y de gran profundidad, con un sentido de misión humanística inigualable.
Al comenzar la lectura me entraron dudas de si la elección de la obra era la apropiada para esta última lectura crítica que me paralizó en bastantes ocasiones.
No es novela, cómo hablar de un narrador, de un tema, de un hilo conductor. Pero todo tiene su crítica y tras encontrarme con una entrevista realizada a Miguel Mandujano Estrada, licenciado en filosofía, entrevista publicada en la revista de Civilización Global, febrero del 2015 hablaba de este libro y entre sus comentarios me impulsaron a seguir cuando decía algo de “una novedad en su literatura”, habla de temas como “el sufrimiento, la vida, la muerte, la virtud, la gratitud a los padres”. Dice que “prevalece el argumento, es que todo individuo es perfectamente capaz de manifestar su fuerza, esto es, la sabiduría, la felicidad”. Luego añadía que “la estructura dialógica del texto va más allá de la conveniencia o del mero estilo”.
Y entonces, me introduje de lleno, en las dos voces, la de Marinoff humilde, sabia, joven. En la de Daisaku Ikeda, rotunda siempre con un timbre de voz que parece como un tambor que resuena por todo el planeta. Provocando un cambio de curso hacia un lugar casi desconocido, tranquilo, fuerte, sólido.
Y claro, es cierto, esta obra filosófica basada en el diálogo, en lo que se ha sido, en lo que se es y en lo que podemos llegar a ser o no ser. No es una novela ¿o sí? ¿no somos nosotros mismos los protagonistas de cada tema sobre el que se reflexiona? porque palabra a palabra se crea el escenario humano, se construye a base de ese diálogo sincero entre dos pensadores genuinos y virtuosos como Lou y Daisaku. Nos llevan a otro tiempo, tan lejano, tan olvidado, tradiciones de un Sócrates, de un Platón, de un Shakyamuni. Nace ahí la palabra pronunciada, la palabra escrita, en la propia filosofía, en el deseo de cambiar el lugar donde estamos, las conductas que nos hieren, las familias, del pequeño al gran entorno, guerra y paz, pasión, el bien y el mal, de lo constructivo a lo destructivo, de la dualidad, del Jin y el Jan, el Tao, el humano, del camino medio.
Claro que se trata de una obra de éxito, es volver a los ancestros, al origen y sin tapujos, ahí, expuestos a darse la mano, a abrazarse sin fronteras, sin sexos, sin edades, sin límites. El respeto al ritmo de la palabra. Un diálogo en su más extenso significado que es la plática entre dos personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.
Y no puedo más que señalar primero algunos de los subtítulos de las dieciséis conversaciones que se presentan en la obra y que ya abren puertas a la reflexión del lector: “despertar el <<filósofo interior>>”, “La filosofía comienza a partir de nuestras preguntas”, “Preguntas antiguas, sabiduría eterna”, “Aliviar el sufrimiento e infundir alegría”…
Y conmovedoras expresiones, textos que no he podido evitar subrayar ante la sorpresa y el descubrimiento en sus nutrientes palabras.
“Si hay algo que enrique nuestra condición humana es vivir conscientes de lo mucho que debemos a los demás y tener presente el deseo sincero de retribuir a los semejantes. En cambio, quien olvida sus deudas de gratitud obstruye el camino de su propio crecimiento personal. Siempre trato de transmitir a los jóvenes la importancia de respetar y cuidar a los padres”.
IKEDA
“Quienquiera que reciba una educación superior debe ser consciente de que ese don tiene el objetivo de beneficiar a la humanidad”
MARINOFF
“pero los sabios y justos nunca se doblegan ante la opresión y, en cambio, consideran que ser perseguidos es un emblema de honor. En todo caso, la lucha contra la adversidad solo acendra e ilumina más aún sus convicciones filosóficas”.
IKEDA
“La sobreexposición a las máquinas y a los estilos de vida mecánicos provocarían un <<coma inducido mecánicamente>> en el que las personas pasarían como sonámbulas por la vida. Hay que despertar la mente para que reciba la iluminación. Las culturas que nublan la conciencia con televisión, video juegos, realidades virtuales y drogas de diseño están poniendo a la gente a dormir en lugar de despertar en ellas los poderes latentes de la mente”
MARINOFF.
“Emerson exhorta al ser humano a regresar a la naturaleza, para vivir creativamente y a la altura de su elevadísimo potencial:
Mientras caminaba por el bosque y mi espíritu se elevaba hacia el espacio infinito, me regocijé en mi conexión con el universo […]. La totalidad de la naturaleza se dirige a la totalidad del hombre. Esto nos tranquiliza…Más que un remedio, es salud. Emerson, Ralph Waldo.”
IKEDA
“La actitud de la <<no actitud>> sería la mejor, aunque es difícil ponerla en práctica con quienes nos son más próximos. La mejor manera que tengo de ayudar a mis clientes consiste en escucharlos e intentar comprender su situación, más que imponerles mis creencias o prejuicios. Lo mismo es todavía más cierto en el caso de la familia y los amigos.
MARINOFF
En respuesta a mi título de ¿por qué un libro de filosofía y no una novela? La respuesta es por lo diálogos.
Son con estas sabias palabras de Ikeda y Marinoff como deseo dar punto y final a este ejercicio de lectura crítica y agradeciendo que se presentara ante mis ojos una novedad literaria como es esta obra filosófica.
Daisaku Ikeda, nacido en Tokio, Japón. Es presidente de la Soka Gakkai Internacional, una organización budista laica con miles de afiliados en todo el mundo. Ha escrito sobre budismo, humanismo y ética global y ofrecido cuantiosas conferencias sobre estos temas. Se han publicado numerosos diálogos entre los que se incluyen el de Mijaíl Gorbachov, Arnold J. Toynbee, etc. Además de ser un gran poeta, sencillo y de gran profundidad, con un sentido de misión humanística inigualable.
Al comenzar la lectura me entraron dudas de si la elección de la obra era la apropiada para esta última lectura crítica que me paralizó en bastantes ocasiones.
No es novela, cómo hablar de un narrador, de un tema, de un hilo conductor. Pero todo tiene su crítica y tras encontrarme con una entrevista realizada a Miguel Mandujano Estrada, licenciado en filosofía, entrevista publicada en la revista de Civilización Global, febrero del 2015 hablaba de este libro y entre sus comentarios me impulsaron a seguir cuando decía algo de “una novedad en su literatura”, habla de temas como “el sufrimiento, la vida, la muerte, la virtud, la gratitud a los padres”. Dice que “prevalece el argumento, es que todo individuo es perfectamente capaz de manifestar su fuerza, esto es, la sabiduría, la felicidad”. Luego añadía que “la estructura dialógica del texto va más allá de la conveniencia o del mero estilo”.
Y entonces, me introduje de lleno, en las dos voces, la de Marinoff humilde, sabia, joven. En la de Daisaku Ikeda, rotunda siempre con un timbre de voz que parece como un tambor que resuena por todo el planeta. Provocando un cambio de curso hacia un lugar casi desconocido, tranquilo, fuerte, sólido.
Y claro, es cierto, esta obra filosófica basada en el diálogo, en lo que se ha sido, en lo que se es y en lo que podemos llegar a ser o no ser. No es una novela ¿o sí? ¿no somos nosotros mismos los protagonistas de cada tema sobre el que se reflexiona? porque palabra a palabra se crea el escenario humano, se construye a base de ese diálogo sincero entre dos pensadores genuinos y virtuosos como Lou y Daisaku. Nos llevan a otro tiempo, tan lejano, tan olvidado, tradiciones de un Sócrates, de un Platón, de un Shakyamuni. Nace ahí la palabra pronunciada, la palabra escrita, en la propia filosofía, en el deseo de cambiar el lugar donde estamos, las conductas que nos hieren, las familias, del pequeño al gran entorno, guerra y paz, pasión, el bien y el mal, de lo constructivo a lo destructivo, de la dualidad, del Jin y el Jan, el Tao, el humano, del camino medio.
Claro que se trata de una obra de éxito, es volver a los ancestros, al origen y sin tapujos, ahí, expuestos a darse la mano, a abrazarse sin fronteras, sin sexos, sin edades, sin límites. El respeto al ritmo de la palabra. Un diálogo en su más extenso significado que es la plática entre dos personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.
Y no puedo más que señalar primero algunos de los subtítulos de las dieciséis conversaciones que se presentan en la obra y que ya abren puertas a la reflexión del lector: “despertar el <<filósofo interior>>”, “La filosofía comienza a partir de nuestras preguntas”, “Preguntas antiguas, sabiduría eterna”, “Aliviar el sufrimiento e infundir alegría”…
Y conmovedoras expresiones, textos que no he podido evitar subrayar ante la sorpresa y el descubrimiento en sus nutrientes palabras.
“Si hay algo que enrique nuestra condición humana es vivir conscientes de lo mucho que debemos a los demás y tener presente el deseo sincero de retribuir a los semejantes. En cambio, quien olvida sus deudas de gratitud obstruye el camino de su propio crecimiento personal. Siempre trato de transmitir a los jóvenes la importancia de respetar y cuidar a los padres”.
IKEDA
“Quienquiera que reciba una educación superior debe ser consciente de que ese don tiene el objetivo de beneficiar a la humanidad”
MARINOFF
“pero los sabios y justos nunca se doblegan ante la opresión y, en cambio, consideran que ser perseguidos es un emblema de honor. En todo caso, la lucha contra la adversidad solo acendra e ilumina más aún sus convicciones filosóficas”.
IKEDA
“La sobreexposición a las máquinas y a los estilos de vida mecánicos provocarían un <<coma inducido mecánicamente>> en el que las personas pasarían como sonámbulas por la vida. Hay que despertar la mente para que reciba la iluminación. Las culturas que nublan la conciencia con televisión, video juegos, realidades virtuales y drogas de diseño están poniendo a la gente a dormir en lugar de despertar en ellas los poderes latentes de la mente”
MARINOFF.
“Emerson exhorta al ser humano a regresar a la naturaleza, para vivir creativamente y a la altura de su elevadísimo potencial:
Mientras caminaba por el bosque y mi espíritu se elevaba hacia el espacio infinito, me regocijé en mi conexión con el universo […]. La totalidad de la naturaleza se dirige a la totalidad del hombre. Esto nos tranquiliza…Más que un remedio, es salud. Emerson, Ralph Waldo.”
IKEDA
“La actitud de la <<no actitud>> sería la mejor, aunque es difícil ponerla en práctica con quienes nos son más próximos. La mejor manera que tengo de ayudar a mis clientes consiste en escucharlos e intentar comprender su situación, más que imponerles mis creencias o prejuicios. Lo mismo es todavía más cierto en el caso de la familia y los amigos.
MARINOFF
En respuesta a mi título de ¿por qué un libro de filosofía y no una novela? La respuesta es por lo diálogos.
Son con estas sabias palabras de Ikeda y Marinoff como deseo dar punto y final a este ejercicio de lectura crítica y agradeciendo que se presentara ante mis ojos una novedad literaria como es esta obra filosófica.